lunes, 13 de agosto de 2012

De humano a insecto.

Hace algunos días tuve una noche intranquila a causa de la irritación provocada por el sinnúmero de ronchas en la piel que tenia, e hice consciencia, tal vez, un poco exagerada, de lo propensa que soy a ser el festín de algunos insectos; bajo los efectos de la ansiedad y la desesperación, en un estado de Facebook irasciblemente, me quejé y solicité consejos caseros para apaciguar tales malestares. Esto, fue motivo de chascarrillos y preocupación por algunos amigos, entre ellos, una de éstos, me dijo – embriágate-, por lo que como imaginarán no hice pero, sí bromee al respecto diciendo que ya lo había intentado y no había logrado algo con eso. Durante este intercambio de comentarios con mis amigos, fantásticamente imaginé y comenté que tal vez, me estaba convirtiendo en un insecto, que el dolor provocado por las ronchas era señal de que probablemente me saldrían patas o alas, al instante, recordé una maravillosa historia:

Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto. Estaba echado de espaldas sobre un duro caparazón y, al alzar la cabeza, vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades, sobre el que casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de escurrirse hasta el suelo. Numerosas patas, penosamente delgadas en comparación con el grosor normal de sus piernas, se agitaban sin concierto.

- ¿Qué me ha ocurrido?... La Metamorfosis (Kafka, 1915).

Una historia que plasma la transformación de su personaje principal, Gregorio, en un insecto. La combinación de la realidad con la imaginación se representa magníficamente en esta historia, que aborda los cambios que sufre un “individuo” en una sociedad exigente, pero esto no es el meollo de este escrito, relució porque me transportó el imaginarme convertida en un “moscoaraña” y la pregunta de lo que es la metamorfosis, cómo se da en los insectos y si nosotros, los seres humanos, podríamos sufrir algo parecido a tal fenómeno.


Foto Gentileza Wikipedia

¿Qué es?

Charles Darwin en sus diarios durante el viaje en el Beagle, nos relata que mientras se encontraba en Chile, se enteró que tres años atrás las autoridades religiosas y gubernamentales de San Fernando, habían arrestado a un naturalista alemán, llamado Renous, por practicar actos heréticos, es decir, convertir a una oruga en una mariposa, ¿descabellado? En efecto, pero la transformación es tal que, asombraría a cualquiera; sin embargo, y sin estar a favor de, la ausencia de descripciones relacionadas a tan maravilloso fenómeno en aquél momento justifican la ignorancia de la mayoría. Si bien en la actualidad sabemos que ese cambio es natural en tan particular insecto, esto no hace a un lado lo asombroso y misterioso que es tal acontecimiento, comúnmente conocido como “Metamorfosis”, un proceso biológico que permite llevar a cabo un conjunto de transformaciones estructurales en la forma y tamaño junto con diversos cambios funcionales en algunos animales, por ejemplo, insectos como la mariposa y la mosca, anfibios como los renacuajos, moluscos como almejas y calamares, crustáceos como las langostas y los camarones, anémonas de mar, estrellas de mar, entre otros grupos.

En los insectos, la metamorfosis se despliega en varios estadios, dependiendo de su tipo, en metamorfosis completa u holometabolismo, el insecto sale del huevo en forma de larva, como la oruga de la mariposa, tras la cual a través de diversas mudas (cambios de esqueleto externo), llega a la fase pupal (una cubierta en forma de cápsula, que sirve para proteger al insecto mientras sigue desarrollándose) y, la fase final, adulto, con alas y genitales completamente formados. Ejemplos de este grupo, son las mariposas, escarabajos, moscas, polillas, abejas, etc. Y metamorfosis incompleta o hemimetabolismo, éstos salen del huevo en forma de ninfa (etapa inmadura), en la que el insecto posee morfología similar a la del adulto y crecen progresivamente a través de mudas hasta llegar a la última fase, la de adulto, en donde el insecto ya cuenta con alas maduras y genitales perfectamente formados, ejemplos de estos son, las cucarachas, saltamontes, libélulas, chinches, etc.

¿Quién la regula?

Las transformaciones visibles en la metamorfosis se dan por los diversos cambios de exoesqueleto que tiene el insecto a lo largo de su vida (mudas), este exoesqueleto es rígido, lo que le impide al insecto aumentar de tamaño continuamente, por lo que para crecer y alcanzar el estado adulto, requieren de esos cambios paulatinos. Ahora, mientras estás leyendo estas líneas, seguramente en todo el mundo diversos insectos están mudando de exoesqueleto, sí, cambios enormes y sorprendentes en pequeños organismos. Y la principal protagonista de tan maravilloso fenómeno es la ecdisona, hormona producida en las glándulas protorácicas del insecto (estructuras pares que se encuentran en la cabeza o en el protórax de la mayoría de estados inmaduros), los niveles de esta hormona varían a lo largo del ciclo. Pero no sólo la ecdisona tiene un gran papel en la metamorfosis, otra hormona igual de importante interactúa con la primera en el proceso, hablamos de, la hormona juvenil (neonetina), producida en los cuerpos alados (glándulas situadas atrás del cerebro), y que como su nombre lo indica se presenta en la fase juvenil, determinan el carácter de cada muda y de igual manera los niveles de esta hormona varían, en función del estadio.

El proceso se desencadena por la presión que ejercen los tejidos (desarrollados gracias a la hormona juvenil), sobre la pared del cuerpo cuando la capacidad máxima del exoesqueleto se alcanza, así, esta estimulación es recibida por el cerebro que libera ecdisona, para iniciar la muda. Interactuando una con la otra para llegar al final del proceso, el estado adulto, en el que ni la hormona juvenil ni la ecdisona se presenta.
Metamorfósis de una libélula
¿Cómo surge?

Existe un grupo de insectos, denominados ametábolos: éstos, no sufren metamorfosis, éstos tienen un desarrollo directo, en el que pasan por un estadio de proninfa justo antes de la eclosión, en el que ya se han desarrollado las estructuras necesarias para salir del huevo. En este caso, a medida que crece el insecto aumenta en tamaño pero no cambia de forma. Si bien, estos últimos no forman parte del grupo de insectos que sufren metamorfosis, son muy importantes, ya que, los restos fósiles nos permiten saber que los primitivos apterigotos (insectos sin alas, como el pececillo de plata) y los primeros insectos alados eran de ese grupo, aparecieron en el Paleozoico. Los primeros fósiles de insectos en el que se pueden considerar una metamorfosis completa (holometábolos) aparecen en estratos del Pérmico, hace unos 280 millones de años. Sin embargo, aún se siguen estudiando las líneas filogenéticas, ampliando el estudio de la metamorfosis en diversos insectos para definir más sobre el origen de este proceso.

¿Metamorfosis en humanos?

Pensando en mi fantasiosa idea de convertirme en “moscoaraña”, me pregunté si se habría abordado el tema, es decir, si los seres humanos podemos sufrir metamorfosis, esto, ya que el concepto es propenso a mal interpretarse o usarse indiferenciadamente en cambios biológicos inherentes al desarrollo humano.

Buscando, me encontré con un texto publicado en el 2010 en el libro Developmental Biology, el título de Do humans undergo metamorphosis? (¿Sufren metamorfosis los humanos?), una verdadera sorpresa, ansiosamente comencé a leer, y lo que el autor del libro, Gilbert Scott propone es que, la pubertad en humanos es una variación sobre el tema de la metamorfosis. Hace esto argumentando que, la pubertad es la transición entre el estado juvenil y la madurez, en el que comienzan los cambios asociados al crecimiento del adolescente, emanando las características sexuales secundarias, la fertilidad y profundos efectos psicológicos. Lo anterior, del resultado directo o indirecto de la maduración del eje hormonal para la estimulación de los órganos sexuales y de la secreción de los esteroides sexuales. Toda la cascada hormonal en la pubertad, y los cambios resultantes de ésta la equipara a las transformaciones en las fases del insecto resultantes de las variaciones hormonales en la metamorfosis.

Si bien, en los seres humanos y en los insectos hay cambios, consecuencia de los niveles hormonales y de la demanda ambiental, los primeros no vuelven a una cápsula para terminar de desarrollarse, como los holometábolos, y tampoco cambian de piel, propiamente, como los hemimetábolos. Me parece brillante la idea de homologar “el cambio” en ambas especies, sin embargo, hay que darle el lugar a cada cual, puesto que el desarrollo no sólo involucra cambios hormonales.

Al final, pude apaciguar mis malestares causados por las ronchas, mi doctor me recetó unas maravillosas pastillas para el dolor y la irritación, y la idea de ser un “moscoaraña” sólo vivirá en la cicatriz de cada roncha.


Para saber más.
Bellés Xavier. Origen y Evolución de los insectos (2009). Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), Passeig Marítim 37, 08003 Barcelona.
Truman J & Riddiford L. The origins of insects metamorphosis (1999). Nature, 401:447-452.
Gilbert Scott. Developmental Biology. Do Humans undergo metamorphosis? 9na edición. Ediciones Sinauer Associates. 2010. 711 pp.
Gullan P & Cranston P. The insects. Evolution of metamorphosis: An outline of etimology. 4a edición. Ediciones Wiley-Blackwell. 2010. 559 pp.
http://ocwus.us.es/produccion-vegetal/sanidad vegetal/Sanidad_vegetal/Tema%203_HTML/page_09.htm/

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