La lluvia no le permitía no le permitía ver
con claridad, avanzaba lentamente sobre el suelo fangoso, parecía que nunca
podría llegar a su hogar a guarecerse. Queriendo acortar camino se fue por la
vereda que nadie suele usar, la que cruza por el pantano. Mientras bajaba resbaló, cayó al suelo y rodó, mientras tropezaba con
rocas y arbustos que lo golpeaban dio un grito desgarrador, hasta que llegó a
lo que parecía un terreno blando. Parecía que había rodado por horas, mientras
trataba de incorporarse volvió a sentir ese dolor, no podía mover su pierna,
estaba rota. Desesperado trató de buscar algo de que asirse para salir de ese
lugar. El agua lodosa resbalaba por las paredes, no parecía haber alguna rama
cerca. Estiró la mano, tomó algo parecido a un tronco, lo palpó, era blando y
no rígido. Lo fue recorriendo con el tacto, en un extremo se percató que tenia
cinco terminaciones. Mientras lo
agarraba percibió que algo se subió a su mano, la lluvia no le permitía distinguir lo que era, no
tardó mucho en sentir en su mano y su brazo la extraña sensación de tener algo
encima, algo viscoso, de movimiento lento. Rápidamente quitó la mano de ese
lugar y se sacudió, como pudo se arrastró hacia la pared rocosa, conforme
avanzaba sentía que el suelo estaba tapizado de algo con vida que tronaba al
pasar sobre él. Ya lo había invadido el
pánico, desesperadamente trataba de trepar por las pared, de la cuál siempre
resbalaba cayendo en esa masa que cubría el suelo y que parecía que se acercaba
hacia él. Un espectacular rayo iluminó la terrorífica escena, un mar de gusanos
que se alimentaban de los restos de animales y desafortunados viajeros, no pudo
contenerse más y en un grito ensordecido por los truenos esperó su muerte.
Nunca puede faltar, estimado lector, en
toda historia de terror que se respete la presencia de gusanos brotando de
cuerpos. Su apariencia los hace repugnantes, dignas estrellas de cuentos y películas
terroríficas. Entre ellos destacan las lombrices, que tienen fama de ser
colaboradoras de los seres humanos, pero como nos cuenta Iliana Fuentes en su
artículo La invasión de las lombrices
éstas tienen un lado oscuro y malvado que hace que otros organismos tiemblen de
miedo al oír su nombre.
Es así como, apreciado lector,
continuaremos por nuestro especial de Halloween de la ruta del bichólogo, no
sin antes recordarle que se fije al caminar, no vaya a ser que se vaya a
resbalar y si toca algo que no reconozca mejor no voltee hacia atrás.
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