¿Quién no se ha asustado o ha salido corriendo al ver una abeja mientras está descansando o jugando en el pasto? Estos insectos a la mayoría de nosotros nos provocan miedo a pesar de su pequeño tamaño, ya que su picadura es dolorosa y produce enrojecimiento en la piel.
Las abejas tienen fama de animales sociables, de ser insectos polinizadores por excelencia y últimamente se agrega a su perfil el ser modelo de estudio para diferentes investigaciones.
En marzo del presente año, se publicó en la revista científica Proceedings of the Royal Society, una investigación a cargo de la doctora Aurore Avargues-Weber y sus colaboradores, en la que describen cómo estos insectos son capaces de generar y posteriormente manipular conceptos para acceder a una fuente de comida.
El concepto, es una idea que representa una clase de objetos o hechos y sirve para identificar las características de éstos. También son una herramienta que permite pensar de manera “abstracta”. Por ejemplo, al momento de decir “pásame lo que está encima de la mesa”, no sabemos lo que está encima de la mesa, pero tenemos la construcción y representación de ese otro concepto abstracto “encima de”, lo que permite dirigir una conducta, que es tomar el elemento requerido.
Para demostrar el hallazgo, Avargues-Weber y sus colaboradores, entrenaron a las abejas para conseguir el alimento dentro de un espacio cerrado. Al final del camino los insectos encontraban dos estímulos colocados en la pared, cada uno de ellos estaba compuesto por dos imágenes separadas, una encima de la otra o al lado de la otra. En medio de cada imagen colocaron una abertura que correspondía a la recompensa o al castigo. El premio consistía en agua azucarada, mientras que el castigo a agua con quinina (una sustancia de sabor amargo).
A partir de lo anterior, las abejas tenían que aprender cuál de los dos conceptos las recompensaba (encima de) y cuál las castigaba (debajo de). Después de treinta ensayos, las abejas reconocieron la relación que les proporcionaba el agua con azúcar.
Para corroborar que las abejas manejaban los conceptos de “encima de” o “debajo de”, se les presentaron imágenes nuevas. Por ejemplo, si en la fase de entrenamiento las imágenes eran círculos en blanco y negro, en esta nueva fase las imágenes serían cuadradas y a color. La única relación común con la fase de entrenamiento era la disposición de las imágenes al distribuirlas. Es decir, una arriba y otra abajo.
La elección de las abejas no fue afectada ni influida por el color, la forma o el tamaño de las imágenes sino por el aprendizaje que tuvieron sobre los conceptos espaciales del estímulo.
El alcance de la investigación abre la brecha para redirigir otros estudios en los campos de percepción, pensamiento y lenguaje, aprendizaje asociativo y memoria. Ya que anteriormente se pensaba que la manipulación de conceptos abstractos sólo se podía realizar en la corteza prefrontal y en este caso, las abejas a pesar de su diminuto cerebro y ausencia de corteza prefrontal, cuentan con esta capacidad.
Aún no se sabe de qué manera el cerebro de las abejas genera y manipula conceptos abstractos, sin embargo, es una de las incógnitas a investigar por la doctora Aurore Avargues-Weber y su grupo.
Así que en la siguiente ocasión en la que veamos a una abeja, antes de correr o tratar de espantarla hay que considerar que la abeja no nos quiere atacar, sino que con su pequeño cerebro está aprendiendo y reconociendo que nosotros somos un obstáculo nuevo en su vuelo hacia su objetivo.