jueves, 1 de noviembre de 2012

Editorial


La lluvia no le permitía no le permitía ver con claridad, avanzaba lentamente sobre el suelo fangoso, parecía que nunca podría llegar a su hogar a guarecerse. Queriendo acortar camino se fue por la vereda que nadie suele usar, la que cruza por el pantano. Mientras bajaba resbaló,  cayó al suelo y rodó, mientras tropezaba con rocas y arbustos que lo golpeaban dio un grito desgarrador, hasta que llegó a lo que parecía un terreno blando. Parecía que había rodado por horas, mientras trataba de incorporarse volvió a sentir ese dolor, no podía mover su pierna, estaba rota. Desesperado trató de buscar algo de que asirse para salir de ese lugar. El agua lodosa resbalaba por las paredes, no parecía haber alguna rama cerca. Estiró la mano, tomó algo parecido a un tronco, lo palpó, era blando y no rígido. Lo fue recorriendo con el tacto, en un extremo se percató que tenia cinco  terminaciones. Mientras lo agarraba percibió que algo se subió a su mano, la  lluvia no le permitía distinguir lo que era, no tardó mucho en sentir en su mano y su brazo la extraña sensación de tener algo encima, algo viscoso, de movimiento lento. Rápidamente quitó la mano de ese lugar y se sacudió, como pudo se arrastró hacia la pared rocosa, conforme avanzaba sentía que el suelo estaba tapizado de algo con vida que tronaba al pasar sobre él.  Ya lo había invadido el pánico, desesperadamente trataba de trepar por las pared, de la cuál siempre resbalaba cayendo en esa masa que cubría el suelo y que parecía que se acercaba hacia él. Un espectacular rayo iluminó la terrorífica escena, un mar de gusanos que se alimentaban de los restos de animales y desafortunados viajeros, no pudo contenerse más y en un grito ensordecido por los truenos  esperó su muerte.
Nunca puede faltar, estimado lector, en toda historia de terror que se respete la presencia de gusanos brotando de cuerpos. Su apariencia los hace repugnantes, dignas estrellas de cuentos y películas terroríficas. Entre ellos destacan las lombrices, que tienen fama de ser colaboradoras de los seres humanos, pero como nos cuenta Iliana Fuentes en su artículo La invasión de las lombrices éstas tienen un lado oscuro y malvado que hace que otros organismos tiemblen de miedo al oír su nombre.
Es así como, apreciado lector, continuaremos por nuestro especial de Halloween de la ruta del bichólogo, no sin antes recordarle que se fije al caminar, no vaya a ser que se vaya a resbalar y si toca algo que no reconozca mejor no voltee hacia atrás.

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