sábado, 3 de noviembre de 2012

Editorial


Despertó al oír un aleteo, desorientado aún por el abrupto despertar, intentaba ubicar el perturbador sonido. Como pudo alcanzó el apagador de la lámpara en su buró. Al encenderse la luz buscó la fuente del sonido. Sus ojos se enfocaron en la cortina, donde una criatura de color negro y amarillo estaba colgada de ella. No pudo contener su miedo y se recargó contra la cabecera —como queriendo empujarla para llegar al cuarto contiguo — En sí, no le aterraba tanto el insecto, sino el macabro mensaje que éste traía sobre su cuerpo……..la muerte, una calavera que estaba en su cuerpo y que parecía burlarse de él y de su destino. No soportaba verlo, mucho menos podía repeler al indeseado visitante de su habitación, tendría que esperar a que este saliera. Esperó  días, semanas, meses y años. Murió en su cama, de cansancio y hambre. Nunca se percató de que aquel animal que estaba en su cuarto,  había muerto la noche en que él la encontró sobre su cortina.



Edgar Allan Poe: La esfinge de la muerte (parte 1)

Edgar Allan Poe: La esfinge de la muerte (parte 2)



Es así como, estimado lector, nos acercamos al final de nuestro especial de Halloween y con esto le presentamos dos historias fascinantes sobre bichos que no gozan de buena fama, pero no por su culpa, sino por lo que los seres humanos les hemos atribuido tal como nos narran Hugo Álvarez en su artículo   El mensajero de la la muerte y Jesús Salgado en su artículo Una vida de pesadilla  .
Así que, apreciado lector,  ármese de valor y no nos abandone en esta larga noche de brujas en la ruta del bichólogo que ya está próxima a terminar.

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