Despertó al oír un aleteo, desorientado aún por el abrupto
despertar, intentaba ubicar el perturbador sonido. Como pudo alcanzó el
apagador de la lámpara en su buró. Al encenderse la luz buscó la fuente del
sonido. Sus ojos se enfocaron en la cortina, donde una criatura de color negro
y amarillo estaba colgada de ella. No pudo contener su miedo y se recargó
contra la cabecera —como queriendo empujarla para llegar al cuarto contiguo — En sí,
no le aterraba tanto el insecto, sino el macabro mensaje que éste traía sobre
su cuerpo……..la muerte, una calavera que estaba en su cuerpo y que parecía burlarse de él y de su
destino. No soportaba verlo, mucho menos podía repeler al indeseado visitante
de su habitación, tendría que esperar a que este saliera. Esperó días, semanas, meses y años. Murió en su
cama, de cansancio y hambre. Nunca se percató de que aquel animal que estaba en
su cuarto, había muerto la noche en que él
la encontró sobre su cortina.
Edgar Allan Poe: La esfinge de la muerte (parte 1)
Edgar Allan Poe: La esfinge de la muerte (parte 2)
Es así como, estimado lector, nos acercamos al final de nuestro
especial de Halloween y con esto le presentamos dos historias fascinantes sobre
bichos que no gozan de buena fama, pero no por su culpa, sino por lo que los
seres humanos les hemos atribuido tal como nos narran Hugo Álvarez en su
artículo El mensajero de la la muerte y Jesús Salgado en su
artículo Una vida de pesadilla .
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