Es
una noche apacible. El viento, la luna, la vegetación todo se conjuga para
crear un escenario de tranquilidad y armonía. Pero en lo más profundo de la
noche, allá donde las pasiones y la muerte encuentran su sitio en el mundo,
está a punto de desatarse una tormenta.
Foto: Igor Siwanowicz |
Sobre
la frágil rama de un arbusto da inicio el enfrentamiento. Dos Mantis
religiosa machos se encuentran
frente a frente. En sus ojos se reflejan la imagen del rival. Valiéndose de sus
dos pares de patas traseras, avanzan uno hacia el otro, la tensión aumenta y ya
no hay nada que los pueda detener. Muestran el par de patas delanteras
recogidas hacia el tórax, en una actitud paradójica de oración, pero en esas
patas delanteras se esconden unas espinas dispuestas a sujetar cualquier
presa…. o enemigo que esté cerca. ¡Y en un movimiento vertiginoso proyectan sus
armas hacia el contrincante! ¡Zas!, sólo fue un instante, pero el suficiente
para que uno de ellos quedará atrapado por las patas del otro y unos segundos
después, comienza a ser devorado, lentamente y sin ninguna posibilidad de
escape. La pelea ha terminado y sólo hay un vencedor.
Pero
la vida en su constante girar quita oportunidades a algunos mientras se las
otorga a otros. El vencedor puede jactarse de su victoria, pero únicamente ha
ganado una batalla más no la guerra por la supervivencia. La vida involucra a
un gran número de seres que están buscando sus propias oportunidades en
cualquier parte, en cualquier situación. La oportunidad ahora es para una araña
tigre perteneciente al género Argiope, quien ya tendió su trampa, su telaraña para obtener alimento, que
bien podría ser un insecto como la Mantis religiosa. Una trampa infructuosa o quizá insuficiente
para capturar a un insecto que ya probó las mieles del triunfo.
Éste
sobreviviente tiene una nueva oportunidad en otro de los tantos giros de la
vida. Ha percibido las ferómonas de una Mantis religiosa hembra y es movido por ese impulso innato de la
procreación. Se reconocen por medio de sus antenas y en un movimiento el macho
ha quedado en posición para depositar el espermatóforo que contiene
espermatozoides en el interior de la hembra. Irónicamente el vencedor de mil
batallas sucumbe ante la decisión de la hembra de devorarlo después de la
cópula, un hecho poco frecuente en la naturaleza, pero que ha ocurrido.
La hembra continúa… la
descendencia es importante…. la muerte también. Y la vida amanece con una nueva
carga de expectación y de nuevas oportunidades para todos.