El movimiento de un sencillo e inofensivo animal ha inspirado a un grupo de científicos en Estados Unidos para fabricar un robot espía.
Gusanos que se arrastran en el suelo hay muchos, pero entre los más conocidos se encuentran las lombrices de tierra (Lumbricus terrestris). Estos animales rosados con forma de espagueti y textura babosa, habitan prácticamente en cualquier superficie húmeda o pantanosa del mundo. Su alimento favorito es la materia orgánica en descomposición, ya sea de plantas o animales muertos. A pesar de que no tienen dientes, la succionan vorazmente, pues llegan a comer el equivalente a un tercio de su peso por día. Los desechos fecales de estos invertebrados constituyen un nutriente efectivo para el suelo, porque contienen minerales que son transportados a la superficie o a los túneles excavados. Las lombrices abren camino entre la tierra deslizándose de una manera peculiar: se anclan en un punto y contraen sus músculos a lo largo de su cuerpo para impulsarse, por medio de unas fibras circulares y longitudinales que determinan los segmentos o porciones con las que aparentemente están constituidas.
Súperlombriz
Inspirados en este movimiento, investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), de la Universidad de Harvard y de la Universidad Nacional de Seúl, crearon un robot con forma de lombriz, hecho de materiales suaves pero lo suficientemente resistentes como para soportar un martillazo. En un tubo de malla enrollaron alambre de níquel y titanio para simular los tejidos musculares circulares. Y pusieron otro tanto de alambres a lo largo del cuerpo para imitar las fibras longitudinales. Colocaron un circuito y una batería dentro del tubo para generar corrientes eléctricas que calentaran partes específicas del gusano. De manera que cuando se alcanza cierta temperatura, los alambres calentados se contraen e impulsan al robot hacia delante.
El momento más desafiante del experimento fue poner a prueba la dureza de la lombriz. La pisaron, le dieron golpes con materiales pesados, la impactaron contra la pared y la lanzaron al aire para dejarla caer varias veces. Pero a pesar de los violentos maltratos, “Meshworm”, como la han llamado, salió ilesa. Sangbae Kim, profesora del MIT, dice que “la mayoría de las piezas mecánicas [en otros robots] son rígidas y frágiles en pequeña escala, pero todas las partes en Meshworm son fibrosas y flexibles. Los músculos son suaves, y el cuerpo es suave... estamos empezando a demostrar cierta capacidad de transformación en el cuerpo ".
Servicios especiales
La misión del gusano es explorar terrenos reducidos o difíciles de alcanzar por el humano: derrumbes causados por terremotos, túneles profundos, pasadizos estrechos de algún inmueble, etcétera. Incluso, la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa (o DARPA en inglés), en Estados Unidos, apoyó este proyecto en espera de usar a la lombriz artificial como un espía.
Además, otros científicos auguran aplicaciones médicas como la fabricación de prótesis o una nueva generación de endoscopios, aparatos que sirven para explorar la cavidad de un organismo.
Sin embargo, ni los únicos, fuertes y suaves tejidos del robot se igualan a la anatomía de una lombriz de tierra real. Las Lumbricus terrestris tienen más de 100 segmentos en su larguirucho cuerpo, lo que les permite moverse con mayor eficacia y velocidad. Su piel consta de una cutícula de epidermis, dermis y capas musculares de tejido reforzado. Aunque no tienen esqueleto, mantiene su estructura con compartimentos llenos de líquido. Cuando se hace adulta puede medir entre nueve y 30 centímetros. Y si algún ave o animal llega a quitarle una proporción de su cuerpo, puede regenerarse con el tiempo.
Fuente: web.mit.edu
“Zoología: Invertebtrados”, volumen 1, A.j. Marshall, editorial Reverté.