lunes, 16 de julio de 2012

El códice de los insectos

Algunos insectos herbívoros utilizan las plantas para dejar mensajes químicos encriptados a las futuras generaciones. De esta forma, informan a su descendencia las condiciones de depredación de las plantas evitando la competencia entre las diferentes especies herbívoras depredadoras.

Varios códices fueron escritos por lo mayas como legados de su rica cultura prehispánica, junto a ellos, grabados en piedras, monumentos y estelas han sobrevivido a la conquista y la evangelización siendo testimonios de aquellos saberes ancestrales. En estos vestigios, los indígenas precolombinos nos contaban parte de su historia, nos explicaban su calendarización y gran parte de su sistema numérico. Era el legado que estas civilizaciones intentaron dejar a aquellos que veníamos después, al futuro.

“Hierba Cana” (Jacobaea vulgaris)
A pesar de que esto sorprende, nos es familiar. La invención de la imprenta en el siglo XV por el alemán Johannes Gutenberg (1399-1468) permitió multiplicar los mensajes de manera inimaginable y traspasar de manera inmutable, en cuanto así fuese posible, los mensajes a través del tiempo. Actualmente los métodos digitales permiten la comunicación casi instantánea en cualquier parte del mundo y quien sabe donde vamos a parar creando medios para la transmisión de mensajes que permitan su trascendencia en el tiempo y las distancias.

Como era de esperarse, los seres humanos no son los únicos en dejar testimonio de su vida a sus descendientes, nuestros queridos bichos no se quedan atrás. Diferentes métodos de comunicación permiten a estos animales comunicarse entre sí utilizando los más inusitados mecanismos, ya sea a través de sustancias químicas directas o disueltas en el aire o a través de vibraciones en el aire, los insectos se comunican entre sí y con sus descendientes directos. Lo que no habíamos observado es si podían dejar legados, en el tiempo como lo hicieron los mayas y otras civilizaciones, o como lo hacemos nosotros en la actualidad.

Precisamente fue este el descubrimiento de un grupo de investigadores del Instituto Holandés de Ecología y la Universidad Wageningen del mismo país, quienes descubrieron que los insectos herbívoros utilizan un cifrado de mensajería química en una planta llamada “Hierba Cana” (Jacobaea vulgaris).

Tal como si fuera un mensaje de voz dejado en una contestadora y que es escuchada tiempo después por otros, los insectos depredadores de esta planta son capaces de dejar mensajes químicos en el suelo, de esta forma se establece un comunicación entre aquellos que viven sobre y bajo el suelo de la planta, enviándose mensajes que impiden la competencia por el mismo recurso evitando sobredepredar la planta y utilizar compuestos tóxicos que utiliza la planta como defensa para escapar de las especie parasitoides de las orugas Microplitis mediator H (Hymenoptera: Braconidae) Al igual que los mayas, que dejaron escritos, estos insectos utilizan moléculas químicas, mensajes que serán leídos por otros en la posteridad.

¿Cómo ocurre? 

Invernaderos del experimento
Después de que los insectos se alimentan de la hierba Cana estos dejan una marca química en el suelo. Esto permitirá a las futuras plantas que crecen en ese mismo lugar captar estas señales de la tierra y traspasarlos a otros insectos, así el mensaje podría indicar si la planta estaba siendo depredada por insectos que comen hojas, como las orugas de la especie Mamestra brassicae L. (Lepidoptera: Noctuidae) o por otros insectos que comen las raíces (Agriotes lineatus L. Coleoptera: Elateridae).

Es así como son las nuevas plantas las que transmiten el mensaje dejado por los insectos decodificando el “mensaje de voz” cifrados por ellos para la siguiente generación. Este mensaje, compuesto por alcaloides – metabolitos secundarios de la planta sintetizados a partir de aminoácidos- influye no sólo sobre el crecimiento de la planta, en cuanto a la composición química de los alcaloides, si no que también posiblemente sobre el comportamiento de los insectos depredadores – los insectos vuelven a vivir del pasado – señala la Investigadora Olga Kostenko principal autora del artículo que vio la luz en Julio de 2012 en la revista Ecology Letters.

Para demostrar esto Kostenko y sus colegas colaboradores hicieron crecer plantas de Hierba Cana en un invernadero y las expusieron a orugas comedoras de hojas o larvas de escarabajos que se alimentan de la raíz. Luego hicieron crecer plantas en el mismo suelo y expuesto a los insectos que se alimentan de las hojas Así descubrieron que la composición de los hongos del suelo cambió dependiendo de los insectos que se habían alimentado de las raíces o las hojas lo cual cambia la disposición de compuestos químicos en el suelo para las plantas. Estos cambios en la comunidad fúngica, a su vez, afectaron el crecimiento y la química de la siguiente generación de plantas y por lo tanto a los insectos de estas plantas quienes reciben el mensaje de quien ha sido el depredador de esta planta y por lo tanto prefieren evitar la competición con ellos. En el caso de los parasitoides prefieren evitar a los insectos que depredan esta planta ya que los alcaloides pueden resultar perjudiciales apra ellos.

El crecimiento y la degustación de las nuevas plantas en el mismo suelo refleja las condiciones a las que estuvo expuesta la planta anterior, así la planta pasa el legado a la tierra o el mensaje del pasado para las orugas que comen las hojas, sus competidores de la raíz y alejando a uno de sus parasitoides. Aún no se sabe como se decodifican estas señales y si el mensaje es traspasado en forma integra o suceptible a la inerpretación, tampoco se conoce la duración de estos mensajes pero futuras investigaciones seguro dilusidarán las respuestas.

Lo que sí sabemos es que los mensajes son descubiertos y revelados a los insectos del presente, tiempo después que sus antepasados han dejado de existir. Tal cual como nosotros descubrimos los mensajes que los mayas nos dejaron hace cientos de años y que aún no terminamos de comprender por completo para saber qué realmente nos quisieron decir.

Para saber más:

Kostenko, O., van de Voorde, T. F. J., Mulder, P. P. J., van der Putten, W. H., & Martijn Bezemer, T. (2012). Legacy effects of aboveground–belowground interactions. Ecology Letters, 15(8), 813-821. Retrieved from http://dx.doi.org/10.1111/j.1461-0248.2012.01801.x

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